Desde hace un tiempo pienso que si hay un colectivo discriminado en el mundo de la moda en particular y en el de la imagen en general, no es el de las personas con algún kilo de más o el de los bajitos, si hay un colectivo que no tiene presencia en ese mundo, es el de los que tenemos el pelo rizado.

Y esto lo digo desde la traición más absoluta a mi colectivo. Yo, que he llevado mis rizos al viento durante prácticamente toda mi vida, ahora he sucumbido al fin al pelo liso, gracias en parte a esas planchas maravillosas (a las que no voy a publicitar porque esto no es un post patrocinado, sino un post reivindicativo) esas planchas que me permiten tener un perfecto pelo liso.

Porque, repasando la historia de la moda, así de memoria, desde que yo era cría, allá por finales de los ochenta y principios de los noventa, el pelo rizado no ha vuelto a vivir una época dorada. En esa época, incluso me hice una permanente rizzy (sin tener ninguna necesidad pero lo quería más rizado aún). Luego me arrepentí horrores y el pelo tardó en volver a su rizo natural una eternidad, pero salvo aquel momento, nunca la moda nos ha vuelto a tener entre sus tendencias.

Kyle Minogue

Y en una época en la que el bombardeo informativo es el mayor de la historia, ver a todas las presentadoras/modelos/actrices con su pelo liso (natural o no natural) hace mella hasta en la mujer con más principios. Al final, somos víctimas de aquello que vemos sin cesar y de aquello que nos hacen creer, y hemos llegado a creer que el pelo rizado da una imagen un tanto descuidada o de falta de seriedad. Y en la ficción, las de pelo rizado son las problemáticas o las malas de la historia.

Hasta en el verano, que parece que es una época más relajada, vemos en las revistas y blogs de belleza “cómo peinar tu melena sin esfuerzo” y como mucho, dejan ver alguna onda, perfectamente colocada y que en nada se asemeja a la que tenemos las mujeres de pelo rizado cuando pisamos la playa y nos convertimos en la versión en bikini de una Menina.

 

Sarah jessica parker

 

Otro tema peliagudo es la dificultad (casi imposibilidad, diría yo) de encontrar un peluquero que sepa tratar un pelo rizado. Y con tratar un pelo rizado no me refiero a alisarlo para hacer desaparecer hasta el bucle más diminuto sino el saber cortar y peinar una melena rizada para que siga siendo rizada y esté bonita y cuidada. Contando por lo alto, creo que sólo he conocido un peluquero que me quisiera dejar mi rizo natural, y me enseñara trucos para que me quedara bien así. O te lo cortan demasiado con lo que el rizo no se forma y pareces el león de la Metro, o se empeñan en echarte litros de espuma con lo que tu cabeza parece el cableado de una urbanización de nueva construcción.

 

Meg Ryan

Así pues, contra viento y marea, he pasado toda mi vida luciendo una melena rizada más por vagancia y por terquedad que por encontrarme una sociedad que me apoyara en mi cruzada. Porque muchas de las que estáis leyendo este post, tenéis el pelo rizado como yo. Y muchas de las mujeres que vemos en revistas, en televisión y en el cine, también lo tienen rizado. Pero eso sólo lo intuimos porque nunca lo vemos. Porque la moda nos da la espalda.

No pretendo iniciar una revolución pro rizos, porque como dije al principio, soy una infiel que ha caído en el pelo liso a golpe de plancha.

Y lo digo con la tristeza de los derrotados.