Estoy sentada frente a la mesa de madera de mi casita del pueblo, con una chaqueta y con vistas a los arboles de la ribera del río. Si abriera la ventana, escucharía miles de pájaros. Parece que el verano ha decidido ceder ante la llegada adelantada del otoño aquí. En la ciudad, como diría la canción “aún quedan días de verano”, pero sin duda, en el pueblo, solo quedan retazos. Ha sido un verano raro y tenemos por delante un otoño incierto. Pero yo procuro asirme a lo bueno que nos queda por delante en estos meses.

Estoy leyendo mucho, aunque hay algunas lecturas que me han costado. Desde luego, ninguna como Patria, de la que ya en este mes estrenan la serie. Confieso que la necesidad de leerlo vino de las imágenes de la serie que produce y emitirá HBO y no pude tomar mejor decisión. ¡Qué bien escrito y que personajes tan redondos! Imposible no sentirse Bittori pero también Miren y el resto. Imposible no sentirse en ocasiones con una mezcla de sentimientos tan enorme y tan bien matizada. Yo, que soy muy de releer, sé que volveré a él algún día. De momento, veré la serie. Confío en que será una adaptación fiel.

Con Normal People no he podido esperar y he visto la serie antes de leer la novela, que sé que leeré. Más adelante, cuando los recuerdos de la serie estén algo más difuminados. La cadencia de la serie, su ritmo, sus personajes, han dejado un poso grande y necesito digerirla. Me ha gustado mucho, quizás el final me pareció algo aguado, pero aún así, muy mágica. La vi en menos de veinticuatro horas. Hacía muchísimo que no me ocurría algo así.

Estoy en modo minimalista desde que volví de las staycations (palabro muy ingenioso que han acuñado los americanos para esto que estamos haciendo este año, de ir de vacaciones pero a casas, propias, o de familiares). En la casa del pueblo tengo lo justo, nada falta y nada sobra y he decidido que mi piso va a ser algo así también. He empezado por la cocina, me sobraban muchas cosas que guardaba por nostalgia pero que no usaba. Ahora abro armarios y cajones y lo veo todo mucho más racional. Voy a seguir con el resto de la casa y poco a poco espero dejar una casa más usable.

Obviamente, este proceso de limpieza y orden incluye el armario. Ya conté que he hecho una buena limpieza y que tengo varias bolsas que quiero vender (sigo sin hacerlo, a ver si el clima me acompaña y esperar la cola de Correos es menos suplicio). Quiero cumplir con la máxima de que todo lo que tenga en el armario sea lo que me pongo. En realidad, quiero un escaparate de Sezane, pero voy a intentar que sea con las prendas que ya tengo, me saldrá mucho más económico.

Quiero que septiembre huela especial, pero ahí me debato entre regalarme un perfume o gastar los que tengo. Cabeza y corazón, ya sabéis. Lo que sí que he hecho ha sido comprar productos cosméticos, algunos para renovar los que había gastado, y otros para probar. Tengo muchas esperanzas en ellos, confío en que sean nuevos amores de otoño.

Este año no estreno agenda. Sigo con el planner de Filofax que compré el año pasado y sigo con el método Bullet Journal. Puede que dedique un post a este método y lo bien que me ha funcionado.

Por lo demás, apuramos los últimos días de vacaciones, con incertidumbre pero con más necesidad que otros años de disfrutar de lo que nos queda. Hablo con la gente y parece que todos vivimos en un perpetuo “vive como si no hubiera mañana”, nunca hemos sido más conscientes que ahora del ahora. En nuestro caso, un ahora tranquilo, que es como más disfrutamos de la vida.

Lo que nos espera es malo, para que lo vamos a negar, pero intentemos que sea lo menos malo posible. En parte, es cosa nuestra (esto daría para una larga disertación, pero eso ya sería otra carta).

Septiembre es el principio de todo, por mucho que se empeñe enero. Esperemos que sea un principio sereno, y que venga lleno de calma y sosiego.