Es, sin duda, el cosmético más utilizado y más deseado del mundo. No existe ninguna mujer que en un momento u otro de su vida no lo haya utilizado, por no hablar de los cientos de mujeres que a diario hacen uso y disfrute de él. El pintalabios, barra de labios, o bolígrafo del amor, como lo denominó la gran Sara Bernhardt lo cumple 125 años.
Con tal motivo, una exposición en las Galerías Lafayette de Berlín reúne cerca de 100 lápices labiales propiedad del maquillador de estrellas René Koch.
En dicha exhibición se exponen réplicas de las barras de labios que se presentaron en 1883 en la Exposición Universal de Amsterdam, que están consideradas como el primer pintalabios moderno Se obtenían a partir de grasa de venado y estaba envuelto en un fino papiro de seda. ¿Os imagináis su sabor?
La estrella de la colección es el lujoso pintalabios de Evita Perón, aunque la exposición cuenta con todo tipo de barras de labios, incluida una con linterna y los modelos más actuales.
Os muestro una imagen de algunas de las barras que se podrán contemplar.
Ya desde Mesopotamia, las mujeres nos hemos empeñado en cambiar el color de nuestros labios constantemente, utilizando joyas semi-preciosas trituradas y aplicándolas a los labios y ocasionalmente alrededor de los ojos.
Cleopatra tuvo su pintalabios hecho de escarabajos carmín triturados, que tenían un pigmento rojo profundo, y hormigas para la base (madre mía, qué tremendo, lo que hacemos las mujeres por estar bellas….)
Los pintalabios empezaron a ganar popularidad en el siglo XVI, durante el reinado de la Reina Elisabeth I, quien puso de moda los rostros pálidos y los labios intensamente rojos. En ese entonces, los lápices labiales eran hechos con una mezcla de cera de abejas y pigmentos rojos de las plantas (éste, al menos, tendría un sabor más dulce).
Cuando el pintalabios se comercializó, las mujeres de la alta sociedad lo calificaron de vulgar y propio de las clases bajas, pero fue cuajando poco a poco hasta la actualidad. Sólo hay que darse una vuelta por los barrios altos de cualquier ciudad para darse cuenta de hasta qué punto ha cuajado…
Koch, maquillador de Claudia Schiffer y Jodie Foster -entre otras famosas- e impulsor de esta exposición, tiene previsto abrir el primer museo dedicado al pintalabios para seguir rindiendo tributo a uno de sus más valiosos utensilios de trabajo.
Sólo hay que esperar que la exposición sea itinerante y los españoles podamos apreciarla. Ojalá.
Feliz fin de semana!
Me encantan, tengo unos cuantos en el baño, jajajjaa. Siempre digo que hasta que no los termine no voy a comprar más pero cada temporada la lian y sacan unos colores que no me puedo resistir. Soy adicta a Chanel.
Menos mal que no tenemos Sephora aqui, sino la organizo, jajajjaa.
Me ha encantado el post, ojala que traigan la exposición que museos tenemos para exhibirla.
Buen finde.
Besos,
Qué tema tan femenino!!!!
Mi debilidad. Yo en la calle no me planto si no es sin quitarme las ojeras y sin ponerme la barra de labios…qué no me encuentro, vaya!
El color de la barra de labios es el toque más glamuroso, sensual y atemporal que existe. Las mias están por todas partes, en el coche, bolso por supuesto, en la mesita del recibidor “último toque” antes de atacar.
Buena idea esa exposición.
El pintalabios me sienta fatal. Me cambia la cara totalmente, asi que creo haber tenido solo una o dos barras en mi vida. Y porque me las han regalado… Que tristeza, no?
Me ha parecido interesantisimo el post, y si me preguntas, tambien me ha parecido un poco marrana Cleopatra.
Besos
Bea: Soy como tú, tengo una buena colección de pintalabios. Además, acabo de comprarme el rojo Nueva York de Chanel, que es rojo, rojísimo. Para más inri, tengo una prima que trabaja en clinique y siempre me regala alguno (se lo agradezco infinito, eso sí) así que, imagínate. Y además, tengo un Sephora al lado de casa…
Besos.
cleira: Estoy contigo, sobre todo por las ojeras, que son mi martirio. Pero me encantan las barras de labios, son sensuales y no pasan de moda.
Un beso.
Chicochuc: Vaya, qué raro que no encuentres ninguna que te vaya. A mí es lo que me pasa con las sombras de ojos,que me veo rara. Y sí, Cleopatra era un poco cochinilla, no sólo por esto, pero supongo que en esa época, tampoco había muchas opciones.
Un beso.