Soy una persona muy de rituales. Hacer de cada pequeña cosa que haces algo especial hace mucho más llevadera la rutina del día a día. Si además, acompañas tu vida de pequeñas cosas bonitas, todo el mucho más agradable.

Y aunque tiendo a buscar el lado práctico a todo, hay algunos gestos de belleza que me acompañan y a los que no quiero renunciar.

De un tiempo a esta parte estoy procurando acostarme algo antes. Como mis hijos se van a la cama alrededor de las nueve y media, esa hora se convierte en mi momento de relax y siempre he tendido a alargar el rato de ver la tele hasta el punto de quitarme tiempo de sueño (en esto tienen parte de culpa los programadores de las diferentes cadenas, que llaman “prime time” a las doce de la noche, lo que me parece una auténtica locura). Pero como acto de rebeldía personal, he decidido ver la tele por la noche lo justo y acostarme algo antes a leer.

Así pues, en mi mesilla he ido añadiendo una serie de objetos de belleza y de otro tipo que uso desde que me acuesto hasta que por fin me duermo.

Son los siguientes:

 

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  • Una crema hidratante, sobre todo para los pies y las piernas. Como ya no voy a salir de la cama, la crema actúa durante la noche y suaviza mi piel. Esta es de The Body Shop y tiene dos tipos de crema, una más ligera y otra más espesa, que es la que suelo usar para los pies.
  • Agua. Siempre tengo una botella de agua en la mesilla. Antes tenía botellitas de plástico normales, pero buscando un poco la estética compré esta en El Club del Gourmet de El Corte Inglés, y al ser de cristal y con tapón de rosca, puedo rellenarla.
  • El Kindle. Sé que es menos romántico que el libro en papel pero para mí ha sido el descubrimiento del siglo. Tener muchos libros en un objeto tan pequeño, terminar un libro y ya tener el siguiente preparado, poder leer sin dolor de cuello del peso del libro… todo ventajas. Este es el segundo modelo que tengo y tiene retroiluminación, así que si mi marido se acuesta, puedo leer con la luz apagada.
  • Crema de manos. Esta es una maravilla y tengo clarísimo que en cuanto se termine vuelvo a comprármela. Se trata de la crema de manos Pomme Poivre de Love&Toast y la compré en Laconicum. Su olor me vuelve loca y me encanta repartirme la crema por las manos mientras leo y oler su maravilloso perfume. Una pasada.
  • Carmex. He leído en algunos sitios que el Carmex crea adicción y puede que sea cierto. Siempre tengo un tarrito cerca y me encanta el efecto que hace en los labios. Además, este, con olor a cereza, ya me parece lo mejor del mundo.

Puede que vaya añadiendo cosas a mi ritual nocturno. Al final la vida está para buscar buenos ratos. Aunque sean pequeñas cosas.

Foto: Laura Martín