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Una de las visitas principales en mi lista de Londres era, evidentemente, la de las diferentes tiendas de ropa que pueblan la ciudad. Además de visitar la famosa Oxford St, en la que se encuentran todas las marcas de libre acceso y Bond St, con las marcas de acceso limitado (de mi bolsillo, se entiende), queríamos ver Carnaby St y sobre todos los mercadillos de Camdem y Portobello.

Aunque en Portobello pude ver algunas tiendas de ropa antigua, que, aunque no sea apropiado también llamaré vintage por aquello de acortar (para más información, nada como leer este post de mi querido Sr. Q) lo realmente grande llegaría cuando fuimos a Camdem. Allí la segunda mano y el mal llamado vintage surgen como si de setas en otoño se tratase. Una plaga, vamos.

Y claro, todos los modernos y modernas del lugar, que se pasean para arriba y para abajo por las tiendas de la zona, pues llenan todas las tiendas y compran, por supuesto.

Prometo que yo iba con la mejor intención. Ya había probado en alguna tienda en Madrid y el resultado, si no demasiado exitoso, sí había sido interesante. Además, teniendo en cuenta cómo lucen este tipo de ropa celebrities del mundo y blogueras prestigiosas, yo iba con toda la ilusión de que una prenda antigua hiciera brillar el outfit de turno y que, cuando la gente me preguntara intrigada de dónde había sacado semejante belleza, yo respondiera con mi mejor voz interesante “es vintage”.

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La entrada del paraiso vintage

Comencé a entrar en todas las tiendecitas que por allí había y poco a poco mi ilusión se fue trasformando en desazón. Lo primero de todo fue una cuestión sensitiva. Como ya he reconocido cientos de veces, mi olfato tiene vida propia y aunque la mente dice sí, el olfato dice no. Porque, seamos sinceros, mucha publicidad de que todas las prendas están requetelimpias y han pasado por el tinte, pero en la mayoría de las tiendas, olía, cuanto menos, raro. Tú entras en Zara o en Mango, y huele a ropa nueva y a mí me encanta ese olor. Inmediatamente se enciende mi alarma de ¡quiero comprar! y ya no tengo control. Pues en estas tiendecitas vintage, no me ocurrió ni una sola vez.

Luego está la cuestión del orden. Aquellas tiendas eran un completo caos. La ropa estaba apiñadísima y era prácticamente imposible poder echarles un buen vistazo. Partiendo del hecho de que soy una persona que se pierde por las rebajas y los líos, eso no debería echarme para atrás, pero es que, por más que intentaba ver algo, era tal el lío, que al final terminaba desistiendo.

Me llamó la atención la cantidad de zapatos que había. Sé que voy a quedar como una picajosa que le pone peros a todo y por una escrupulosa de tomo y lomo, pero en serio: ¿Zapatos? ¿comprarse unos zapatos viejos, que a saber quién los habrá llevado antes que tú? Había algunos pasables, pero otros tenían un aspecto de vida anterior que me hacía difícil incluso mirarlos.

Luego está el tema de las marcas. Si partimos  de que, salvo prendas muy exclusivas, lo demás no debería llamarse vintage, si abrimos un poco más el margen y dejamos colarse algunas prendas, que bien por su marca o bien por su diseño sí pueden ser algo especial, quedan fuera de allí multitud de prendas, prácticamente la mayoría. Bueno, pues excluyendo una tienda que tenía abrigos y gabardinas de Burberry y en la que encontré un traje de Chanel y un vestido de Christian Dior, el resto eran de risa. ¿En serio puede considerarse vintage un vestido de TopShop? Podéis creerlo o no pero yo lo ví. Pero eso no sería lo más fuerte. Al entrar en una de estas tiendas (la más conocida de todas y no daré nombres) ví que había un par de bolsos de LV a unos precios razonables. ¡Pero es que eran falsos! Además los había visto exactamente iguales en los puestos de enfrente y esos eran nuevos y costaban lo mismo.

Por último, por si quedara algo que pudiera desanimarme más aún estaba el tema del precio. La ropa vintage es cara, eso es lo que yo creo. Es una ropa usada, que ya ha tenido su vida y que en su época, en la mayoría de los casos, era ropa normal, no amparada por ninguna marca. Pues te la cobran a precio de oro. El vestido de Topshop que ví era más caro que los nuevos que había visto en Oxford St.

Salí de allí sin nada en absoluto y con cierta decepción de mí misma. Quizás deba volver a intentarlo en una tienda española pero será dentro de un tiempo…

Y vosotros:

¿Sabéis de vintage? ¿Compráis prendas de segunda mano? ¿Cómo saber qué comprar para que luego se adapte a tu estilo? ¿Sois unos escrupulosos como yo, incapaces de llevaros nada a casa?

Por cierto, recordad que está en marcha un concurso de una camiseta de Stella McCartney y el manifesto de YSL. Todavía tenéis tiempo de participar. Ah, y hay gente que no ha puesto número en el comentario ¿es que no queréis participar? Es respetable, claro…