Y por fin el sábado, visité un mercadillo inglés de pura cepa. Unos días atrás una chica me envió (a mí y a otros blogueros) un correo invitándonos al Beefeater London Market. Tendríamos pase especial para entrar antes que el resto y una serie de ventajas que prometió pormenorizar el viernes antes del día D. El correo no llegó. Tampoco hubo modo humano de encontrarla entre aquella jaleosa entrada VIP. Como soy una tímida enfermiza saqué toda la caradura que me había llevado conmigo y pedí un pase de prensa, que muy amablemente me fue concedido (a mí y a mi acompañante).

 

 

exterior plaza

Esta es la entrada principal a nuestra llegada. Bastante tranquilo aún.

Una vez dentro, cierta decepción, la verdad. 32 puestos componían todo el mercado. A mí, personalmente me supo a poco. Fuimos recorriendo cada puesto. Los dueños, de lo más encantador, la gente de lo más educada. Mucha fashionista. Para alguien como yo, reina de la ganga, fue bastante divertido andar rebuscando.

dentro plaza 

Esta es la imagen del interior cuando llegamos. Como fuimos de los primeros, estábamos prácticamente solos.

 

Puesto Henry Holland

En el puesto de Henry Holland nos encontramos con la doble de Agyness Deyn, aunque a mí la chica del puesto me pareció mucho más guapa.

 

DSC01557

En el puesto de Lamis Khamis, muchas fotos de Paris Hilton por todos sitios y mucha fashionista dispuesta a dejarse el sueldo. Las camisetas, mucho más caras de las de House of Holland, pero tenía una zona de chollos (y claro, cómo resistir a un chollo. Pues no resistiendo. Me llevé dos)

 

Urbanist

El puesto favorito de mi acompañante: Urbanist. Un grafitero hacía camisetas con el nombre o dibujo que desearas. Finalmente nos llevamos dos.

 

Chicas cyberdog

Las chicas del puesto de Cyberdog. Muy simpáticas. El puesto consistía en una tienda de compaña totalmente negra, lo que, con el calor reinante, hizo la visita de lo más breve. Además, todo era demasiado discotequero como para poder vestirlo yo, que llevo un siglo sin ir a una de estas fiestas.

 

Y finalmente, el invitado estrella apareció, derrochando elegancia, pero mucho más simpático y paciente de lo que parece desde fuera.

 

llegada de Holland

Henry Holland

más Holland

 

Reconozco que en el flagor del momento, tuve que resistir con todas mis fuerzas a comprarme una de sus camisetas. Aún hoy no sé bien si arrepentirme o alegrarme.

Lo que sí compré fueron un par de vestidos del Red Chilli Pepper por un precio irrisorio y una camisa babydoll de Ducie, que excuso decir, nos tuvo locas a todas con todos los vestidos y blusitas bordadas. Así que, evidentemente no salí de allí con las manos vacías, pero creo que en este caso, la ocasión lo merecía.

Tras refrescarnos brevemente en el bar (en el que, por supuesto, servían fish and chips, aunque no eran horas y me quedé con las ganas) y emprendimos camino de regreso.

Al salir, nos quedamos asustados por la cantidad de gente que esperaba para entrar. Lo siento por ellos, por el calor que debieron pasar, aunque al menos espero que les mereciera la pena.

 

la plaza a la salida

 

Y aquí terminó mi visita a un mercadillo inglés, que espero haya sido un ensayo para una próxima visita. Tras comer, nos dispusimos a ver Sexo en Nueva York. La película, pero mejor eso lo cuento otro día, que el post ya ha salido suficientemente largo.