Quizás lo mejor es no esperar demasiado de un diseñador para que éste te sorprenda gratamente. Aunque siento haber entrado con prejuicios a Roberto Verino, me ha servido para salir encantada de un desfile del que creí no encontraría nada nuevo. Y la ventaja de que sea un diseñador “de masas” es que podré ver tranquilamente su colección y toquetearla, y quizás incluso llegue a llevarme algo para casa.

El tratamiento del tweed y el brillo me pareció interesante, los detalles en pluma le daba un toque de elegancia a cada pieza y el que en muchas salidas las modelos aparecieran tocadas con gorros con pluma (como si se trataran de gorros de caza) y no olvidara los brillos (me mata un brillo) me fue conquistando poco a poco. Si a eso le unimos que fue capaz de sacar plumíferos con cierta elegancia (y mira que eso es difícil), creo que el diseñador se puede dar por satisfecho con su colección. Ah, y muy buenas sus medias decoradas como con dibujos (el del liguero que hizo mucha gracia).

Por problemas técnicos no pude realizar fotografías en este desfile. Os enseño algunas tomadas de Vogue:

 

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