Confieso que esto de las rebajas me ha pillado con el paso cambiado. Debe ser que el minimalismo que hemos vivido estos últimos meses me ha hecho tener la sensación de que no necesitaba tanta ropa, unido a una serie de circunstancias. A saber:

  • He cambiado vestidor por burro en mi habitación y un mueble vertical de cajones. El confinamiento ha llevado al teletrabajo y éste conlleva la necesidad de una habitación para realizarlo. Así que tuvimos que optar por tener una serie de prendas fuera para poder acceder a ellas fácilmente. Y me he dado cuenta de que no necesito más. Y como tampoco tengo sitio, no es cuestión de llenar más y ver menos lo que tengo.
  • La madurez. Esto es un hecho inevitable. Hace ya muchas temporadas que no “arraso” en rebajas. Recuerdo la planificación de ese día hace años como un acontecimiento. En parte, la magia se ha perdido con las compras online, porque en inicio las rebajas no son muchas, y el hecho de tener que esperar más días aún para tener las prendas en casa me parece un despropósito. Además, de un tiempo a esta parte suelo hacer dos compras en Zara, una allá por noviembre o diciembre (dependiendo de cuándo llegue el frío) y otra por primavera para hacerme con las prendas de “ir tirando”. Así que cuando llegan las rebajas, me pillan con el armario completo.
  • Consecuencia de la madurez, prefiero invertir en prendas que me enamoren antes que en prendas de tendencia. En realidad, tengo que confesar que hace mucho que no sigo las tendencias. Tengo mi modo de vestir, aquel que comprende mi cuerpo, y que me hace sentir cómoda conmigo misma, y me cuesta renunciar a ello por una prenda que, aunque veo ideal en otras, si lo pienso sé que no voy a amortizar.
  • Ya en lo puramente personal, he tenido dos epifanías estos días. La semana pasada, mi marido no tuvo ningún reparo en tirar unas botas bastante caras porque le hacían daño. No hubo dolor (bueno, sí de pies, no de corazón). Eso me hizo recapacitar sobre la cantidad de prendas que guardo sin realmente ponerme porque fueron caras o son de marca o están nuevas. También en esos días, vi un video de Ratolina hablando sobre cosas que había visto que no necesitaba gracias a una mudanza. Estas dos cosas, unidas en el tiempo, me llevaron a una decisión drástica: no sólo no necesitaba comprar en rebajas, sino que necesitaba deshacerme de muchísima ropa sin dolor de corazón. Cuatro bolsas de ropa para donar después, me siento mucho más libre. Por el camino he dejado otras dos bolsas de ropa para vender. Ya os contaré la experiencia porque no me funcionó muy bien otra vez que lo intenté.

Así pues, sí, he comprado. Una blusa maravillosa, un colgante, y otros productos que no tienen nada que ver con la ropa.

Bienvenidos a los que me estáis acompañando de nuevo. He pasado la aspiradora y la bayeta y espero volver a retomar este rincón semanalmente. Sin ambición pero con mucha ilusión. Me siento como el primer día que escribí por aquí. Gracias por estar ahí.