Soy un desastre, lo sé.

Es curioso que el pasado año, justo por estas fechas, decidiera también retomar el blog. Y sí, me duró poco. Lo admito.

En mi defensa diré que cuando estoy de lleno metida en la escritura de una novela, me ocupa todo el tiempo, no sólo físico, sino sobre todo, mental. No puedo pensar en otra cosa y, cuando me siento frente al ordenador, es para escribir sobre ello. Así que, aunque voluntariosa, termino abandonando el blog y sólo lo retomo cuando termino la novela que tengo entre manos.

Porque sí, he terminado mi segunda novela. Y la experiencia de escribirla ha sido totalmente distinta a mi primera novela, Fácil como respirar. Con ésta siento que me he vaciado y ahora estoy un poco perdida sin viajar cada día a los lugares en los que los personajes han vivido. Eso sí, ha sido tan enriquecedor que estoy deseando volver a escribir. Pero no puedo plantearme ponerme manos al teclado con la siguiente porque, por cuestiones de logística, en verano tengo bastante con superar el día sin enloquecer. Niños y calor abrasador en un piso de una ciudad sin playa no son la mejor de las combinaciones para concentrarse en nada.

Así pues, las ganas de escribir y cierta nostalgia por volver a “mi casa” han sido las culpables de este regreso.

Tengo que organizarme para mantenerlo en el tiempo. Aun cuando empiece mi tercera novela. La tengo ya escrita en la cabeza, pero queda plasmarla en la pantalla.

Y sí, regreso en verano, con un blog solo escrito, en plena decadencia de los blogs escritos y en la época en la que menos gente visita los blogs. Tampoco voy a presumir de ser la más lista, no nos engañemos.