The Good Wife ha terminado. La serie que mejor ha mantenido el nivel de cada episodio a lo largo de muchos años, ha echado el cierre.

Echaremos de menos los trajes de Alicia, los peinados de Alicia, sus emociones contenidas. Echaremos de menos sus amores complejos e incluso su extraña honestidad para con su marido ocurriera lo que ocurriera.

Echaremos de menos a sus maravillosos coprotagonistas y a sus aún más maravillosos secundarios. Sus guiones ingeniosos, el esfuerzo constante de estar pegados a la noticia.

Incluso echaremos de menos su ingenioso modo de esquivar la censura de la cadena conservadora en la que se emitían sus episodios. Alicia y todos sus compañeros hubieran sido otros de haber estado en un canal de pago. ¿Mejores? Eso nunca lo sabremos.

The Good Wife ha sido ninguneada por la industria a la hora de premiar sus muchas virtudes. Tampoco la audiencia le ha sido muy fiel, quizás pensando en que era solo otra serie de abogados, cuando esto es algo circunstancial.

Da igual, al menos ha tenido la oportunidad de estar en antena más temporadas que muchas otras.

Se ha ido con la amargura de un último episodio bastante por debajo de la media de la serie y que más parecía un episodio de temporada que un final digno de su calidad. Pero ayer tuvimos la noticia de que sí habrá un spin-off de la serie, protagonizado por dos mujeres maravillosas, Diane Lockhart y Lucca Quinn. Confieso que la idea de que algún otro secundario aparezca por esta nueva serie me llena de emoción.

Hasta entonces, quizás sea una buena idea recuperarla desde su inicio, con la sonrisa en los labios del que ve los primeros pasos de un personajes sabiendo cuánto terminará creciendo.

Con una sonrisa y con una copa de vino.