Durante muchos años de mi vida, he sido adicta a la compra de ropa. Veía los escaparates, incluidos los de las tiendas online, los peores de todos para mí, y ya nada de lo que tenía en mi armario me gustaba. Sin embargo, ahora siento que me pasa lo contrario, me gusta todo lo que cuelgo de cada una de las perchas de mi vestidor. Porque en mi caso, la clave del cambio fue trasladar mi ropa de armarios con puertas a un vestidor. Debe ser que no tengo visión global pero mi ropa repartida por tres armarios, cada uno en una habitación, me hacía perder las perspectiva.

Los años me han hecho más sabia en este sentido y me he dado cuenta de que cuatro prendas maravillosas (y no me refiero a horriblemente caras, sino de esas que nunca te cansas) son mejores que cien mediocres.

El otro día lo dije en twitter, y es mi consejo en este sentido  “si una prenda no te enamora, no te dan ganas de ponértela inmediatamente, si solo es un meh, quítala de su percha, métela en una bolsa y regálala, véndela, o tírala”.

A mi el tema de vender me ha salido regular. Sí que he vendido un par de prendas en una página bastante popular, pero el regateo continuo y mi impaciencia habitual, me ha hecho desistir. No podía tener un cajón enorme lleno de prendas a la espera de ser vendidas, era superior a mis fuerzas.  Así pues, las he quitado de la página, las he metido en una bolsa y las he echado en un contenedor de una ONG.

Como segunda parte de mi cambio de mentalidad, me he vuelto más consciente a la hora de comprar. Procuro no comprar prendas de las que no sepa su procedencia. Por lo general, me ha resultado sencillo. Compro a diseñadores, a tiendas que sé que fabrican en España y más o menos voy capeando el tema. Tengo menos pero mi conciencia respira más tranquila. Solo hay dos tipos de prendas con las que no hilo fino aún: camisetas y vaqueros. Así pues, he terminado comprando mis últimas camisetas en una gran cadena, pero de su colección “consciente”, creyendo que sus promesas de fabricación responsable.

¿Y sabéis lo más fuerte de todo? Hace meses que no tengo esa sensación de no saber qué ponerme. He llegado a la conclusión de que tener menos arboles me ha permitido ver el bosque.