Aunque me encanta salir de tiendas y llegar a casa cargada de bolsas en plan Pretty Woman, hay ciertas cosas que, por más que le pongo empeño, nunca me apetece comprar.

Aquí van alguna de ellas:

  • Vaqueros: es la típica manzana envenenada. En teoría suena genial ir a comprar unos vaqueros que usarás muchísimo y con los que te sentirás genial, pero la práctica es otra muy distinta. Buscar en mil tiendas aquellos vaqueros “milagro” que te harán la vida más estupenda, suele ser muy complicado. Sólo tengo que decir que llevo casi un año sin comprar ninguno. Prefiero ahorrar algo de dinero, ir a una tienda especializada y pasarme toda la tarde probándome todo lo que tienen hasta dar con un modelo interesante. Sé que será tiempo y dinero bien amortizado, aunque tenga que pasar por el suplicio de verme fatal con muchos modelos.

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  • Ropa de ceremonia: “Te invito a mi boda/comunión/bautizo” es la frase del terror para mí. Me ocurre lo contrario que con los vaqueros y no puedo evitar ser pragmática y pensar que tengo que comprarme algo que será caro y apenas usaré. Con el agravante de que encima tendré que verme medio mona para no sentirme el patito feo de la ceremonia. Menos mal que, en la última ocasión, Cristina Piña vino en mi rescate y al menos pude ponerme su maravillosa falda en varias ocasiones.

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    La falda peonía, la causa de que  me alegrara de ir a una comunión

  • Ropa deportiva: Como soy cero deportista, cada vez que me he animado a comprar algo medianamente deportivo lo he pasado fatal. Y es que, hasta hace poco deporte y mínima elegancia estaban reñidos. Ahora sí hay cosas estupendas, pero los precios no son especialmente baratos, y sale mi lado tacañón a decirme que jamás amortizaré ese gasto. Excluyo de ropa deportiva las zapatillas: esas sí me encantan, aunque haga poco deporte con ellas.

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    Mis Nike ID, más bonitas….

  • Ropa interior: a ver, sí me gusta comprar cierta ropa interior, esa maravillosa de la que te enamoras nada más ver y que es tan inútil que sólo tiene lugar para ser preciosa. Pero está la otra, la que hay que comprar por obligación, para usar cada día y que tiene que ser cómoda, funcional y al menos durar más de un mes. Esa no me gusta comprarla. Con el tiempo he aprendido a saberme mi talla en un par de marcas (Calvin Klein es para mí la mejor, en eso no tengo dudas) y voy a tiro hecho. Después de tener el nene tuve que volver a la búsqueda y fue una pesadilla. Ahora vuelvo a tenerlo controlado, por suerte. Así que voy, la compro y me deleito con la otra, la maravillosa.

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Después de tanto tiempo, me sigue encantando esta campaña

  • Ropa para los niños: me encanta comprarles ropa a mis niños, pero llevarlos a la tienda, probarlos, y todo lo demás, es bastante engorroso. Así que intentamos que sea rápido e indoloro. Procuramos juntar las compras de ambos para que no haya celos ni aburrimientos y el resto lo compramos on line. Aquí internet nos ha salvado la vida.

Zara Kids on line, ese gran invento

 

Y hasta aquí mis odios en materia de compras.

¿Cuáles son los vuestros?

En el próximo post, las cosas que adoro comprar.

 

Fotos: Pantalones.net, Cristina Piña, CelebritiesHollywoodbelleza, Zara, Ratita Presumida