Últimamente paso por delante de los escaparates como el que pasa por delante de una obra cuando aún no se ha jubilado: sin hacerles demasiado caso. Y es que, nada como no poder utilizar algo determinado para que se convierta en lo menos interesante del mundo.

Por razones evidentes, estoy procurando comprar la menos ropa posible, aunque creo que  la teoría funciona mejor que la práctica y el sistema tiene fallos que prefiero ignorar. Y es que, con este calor sofocante que ha venido de la noche a la mañana (sí, sé que todo el mundo está feliz con ello, pero yo soy la voz discrepante) y mi figura actual vestirse se está convirtiendo en algo realmente complicado.

Y sí, ya me sé la teoría, sé que los vestidos imperio son monísimos, que la ropa holgada se podrá utilizar después… pues no. A estas alturas del cuento, todo lo que me pongo encima corre el riesgo cierto de quedarse deformado y será imponible en unos meses y esto tampoco evita que me vea enorme con todo lo que me pongo encima.

Por eso, y porque soy bastante impaciente (a la par que caprichosa) el otro día, así de refilón, como el que no quiere la cosa, le eché un vistazo (rápido, lo juro) al escaparate de Zara y vi unos pantalones que me encantaron:

 

zara liberty pants 2

Tienen un estampado liberty muy chulo y parecen de una especie de algodón muy suave… y no, no van nada con mi estilo y ni siquiera sé si los utilizaría mucho o nada.

No sé porqué me he encaprichado tanto de ellos, porque no sé si ni siquiera les podría dar un uso lógico cuando por fin pueda ponérmelos…

¡Pero el caso es que me encantan!

Y el dilema es obvio: para hacer realidad mi capricho tendría que adquirirlos ahora y dejarlos guardados hasta que los pueda utilizar, no pudiendo saber si me quedarán bien o mal y si, en las fechas en las que los pueda usar me apetecerá o me acompañará el tiempo.

Creo que, como tantos otros caprichos, se quedará simplemente en eso…

Aunque procuraré no pasar mucho por los escaparates, porque puede que terminen siendo míos.