Soy una gran seguidora de la literatura del siglo XIX y más si se trata de la literatura romántica de ese siglo. Y entre mis autores favoritos, está, sin duda, Jane Austen. Escribió únicamente seis novelas y puedo decir que me he leído cada una de ellas en varias ocasiones.

Mi novela favorita es Orgullo y Prejuicio y también siento cierta debilidad por Emma, pero si tengo que elegir la mejor adaptación cinematográfica de un texto suyo, me quedo, sin dudar, con Sentido y Sensibilidad.

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Las chicas Dashwood, protagonistas de la historia

 

Dirigida en 1995 por Ang Lee (director al que también admiro desde su primera película, El Banquete de Boda), se trata de una adaptación realizada por la también admiradora de Austen, la actriz Emma Thompson, que se reservó para sí el papel protagonista, el de la Señorita Dashwood, dejando el de la otra hermana protagonista, Marianne para la actriz Kate Winslet.

 

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Elinor y Marianne, el sentido y la sensibilidad

Adoro esta película, no sólo porque fue la que me descubrió el universo Austen, sino por su guión exquisito, sus maravillosas interpretaciones, y la belleza general de toda la fotografía y vestuario.

El papel de las dos hermanas Dashwood es la clave de la película.

Elinor, la hermana mayor es el sentido. Marianne es la sensibilidad. Ambas se complementan pero ambas sufren por sus respectivos caracteres.

 

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La relación de Elinor y Edward es sosegada

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Pero la de Marianne y Willoughby es pura locura

También siento debilidad por la parte masculina de la trama: por el amor secreto del Coronel Brandon (interpretado por Alan Rickman), lleno de miradas calladas para Marianne; la debilidad de John Willoughby (interpretado por Greg Wise), lleno de cobardía y miedo, y el encantador Edward Ferrars (interpretado por Hugh Grant), que conquista a toda la familia desde el primer segundo.

Es una película de miradas, de gestos. Quizás lo menos importante sean las palabras. Porque muchas veces las palabras sobran. Y de este modo, a lo largo de la historia puedes llegar a comprobar cómo se puede vivir el amor y el desamor de muy diferentes modos.

Si tengo que elegir una escena, aunque sea difícil, me quedo con la última escena en Barton Cottage. Siempre que la veo vuelvo a llorar.

Así que, si aún no la habéis visto, si tenéis un par de horas libres, y queréis pasar un rato encantador en la campiña inglesa de 1811, no dejéis pasar este paseo por el Sentido y la Sensibilidad. No saldréis defraudados.

 

Fotos: enchartedserenity