El pasado sábado estuve de compras. Como buena adicta a los bolsos, cada temporada procuro meditar sobre qué modelo es el que más me conviene y en la medida de lo posible, intento invertir en uno de calidad. Esto tiene su porqué: hace unos tres años, inicié una dinámica de compra desmedida de bolsos, baratos, eso sí, pero absolutamente inútiles. Y llegó el momento de plantarse. No podía seguir almacenando sin control y, sobre todo, tirando el dinero en pocas cantidades, pero en muchas veces. Así que opté por hacer una compra de un buen bolso cada inicio de temporada, uno que me enamorara de veras y del que no me cansara con facilidad. En mi caso (no puedo generalizar) es preferible hacer un gasto más grande, pero tener un bolso que durará años.

Las características que tenía que cumplir mi compra de la temporada: que no fuera negro (bien color cuero, chocolate, verde oscuro…) y que tuviera asas cortas y bandolera desmontable. Algo como éste:

bolso prada 2 Me parece un invento genial lo de la doble asa

 

Inicié la búsqueda en Yoox, que como siempre, me da buenos resultados. Y sí, vi uno que se ajustaba a los criterios que yo me había impuesto. Pero era ligeramente caro y decidí que antes de comprar on-line, quería darle una oportunidad a la compra en vivo y en directo.

Y me fui a las Rozas Village.  La primera tienda por la que pasamos fue por Lamarthe, que era la que iniciaba el recorrido. Sin entrar eché un vistazo rápido y nada me convenció. ¿Habiendo tiendas como Versace, D&G o Kenzo iba a encontrar mi bolso en una tienda como ésa? No lo creía.

Entré en todas las tiendas y después de una criba considerable me quedé con tres: uno de El Caballo, precioso pero algo aparatoso, otro de Loewe, también muy bonito pero con la bandolera demasiado corta y uno de Kenzo, quizás algo más pequeño de mi idea inicial, pero lo más similar de lo que vi.

Finalmente me decidí por el de Kenzo. Lo compré pero, tras salir de la tienda, todo eran dudas. Lo veía pequeño y no sabía si le daría el uso que había pensado en un inicio. Nos encaminamos al coche y allí, al revisarlo más detenidamente, vi que estaba manchado en la parte interna. Había visto que en Kenzo que su política de cambios no incluía la devolución del dinero, pero de todos modos, para allá me encaminé. La verdad es que se portaron genial y no me pusieron ningún pero.

El único pero es que yo seguía sin bolso.

Ya en el camino de vuelta volví a pasar por Lamarthe y decidí entrar para verlo todo más detenidamente. Los descuentos eran asombrosos y allí, en la parte superior, casi fuera de mi campo de visión, estaba mi bolso. ¡Justo lo que yo quería! ¡Y era muy barato!

Ahora estoy muy feliz porque además del ahorro que me ha supuesto entrar en una tienda que había descartado, he aprendido que nunca hay que dar nada por sentado.  ¡Me siento más sabia!

¡Feliz semana!