Tengo migraña. No sé si será el tiempo o el tiempo que hacía que no tenía migraña, el caso es que llevo todo el día tumbada, con poca luz y acompañada de té y pastillas (que no de pastas pequeñas, más quisiera yo).

Me siento así:

 

dolor de cabeza2

 

Lo peor de todo es que no puedo acercarme al ordenador más de diez minutos sin que literalmente me estalle la cabeza. Pero que conste que a ratitos he leído todos los comentarios y los agradezco y prometo responderlos como es debido. Lo que no he podido ha sido leer los posts que tengo pendientes, y como la tentación es demasiado grande, directamente he evitado el botón de favoritos en el que tengo todos los blogs que visito cada día. Pero prometo que será lo primero que haga cuando mi cabeza me lo permita.

Desgraciadamente es la herencia que me ha dejado mi madre. No he heredado tierras ni pisos en el centro, pero sí una cabeza que duele cuando le place y fastidia cuando se le antoja. No me queda otra que resignarme y tener paciencia, que es precisamente lo que más me falta.

Siento un post tan feo y tan poco glamouroso.

En cuanto me restablezca, seguiré dando guerra.

Corto y cierro.