El miércoles estuve de tiendas. Aprovechando los minutos anteriores a la entrada al cine en el día del espectador (la economía está bastante achuchada y hay que intentar ahorrar de donde se puede), recorrí las tiendas del centro comercial, en la búsqueda de la rebaja más ínfima, que es la que se suele dar a estas alturas.

Decidí pasar a H&M, cómo no, aún a sabiendas de que sus rebajas suelen ser bastante decepcionantes. Desde principios de la temporada ando detrás de un collar con una bola plateada que he ido mirando y remirando y dejando nuevamente en su lugar, con la esperanza vana de que le llegara el ansiado 50 por ciento que lo llevaría a mi casa y a mi cuello. Ante mi indecisión, su decisión: quitarlo del estante y volverlo a sacar con la nueva colección. Sí, sé que por la miseria que costaba, debería habérmelo llevado en mayo, pero la posibilidad de una rebaja (que también hubiera sido una miseria) sacaba mi lado usurero a flote. El caso es que el miércoles le vi nuevamente brillando para mí en la sección de complementos y me dije “Nena, no te queda otra que comprarlo al precio original, que sino, al final te quedas sin él”.

Lo cogí, feliz de que al menos se hubieran dignado a recuperarlo para esta temporada y me fui a la caja. Como susurrando a mi oreja derecha, oí una vocecilla que me decía “Sé ecológica y llévatelo sin bolsa”. Esa voz era fruto de la insistencia machacona de todas las revistas de moda, que desde que descubrieron la palabra eco, ésta aparece incluso más que Chanel, o incluso que Poder, una palabra con la que parecen obsesionados. En todos estos artículos en pos de una vida más ecológica, que debo confesar que sólo hojeo, insistían en que nos lleváramos nuestras propias bolsas a las tiendas, para evitar las bolsas de plástico, tan horriblemente contaminantes y con las que se ahogan pajaritos y ballenas (ambos por igual).

Im not a plastic bag

Así pues, al ver a la dependienta sacar la bolsa para introducir el colgante, y dado su tamaño (y que pensaba colocármelo según traspasara la puerta) le dije “No me des bolsa, no me hace falta”.

Muy ofendida, me miró y me dijo “Lo siento, pero estamos obligados a dar bolsa”.

Yo, en un arranque de valentía (o insensatez, según se mire) le respondí “Pues qué poco ecológico”.

Ahí se desató la ira de la dependienta. “Señora, en H&M somos muy ecológicos en otras cosas, pero yo no puedo consentir que usted salga de la tienda con el producto en la mano”.

Yo pensé, “Si no va a ir en la mano, va a ir en el cuello”, pero la verdad es que no quise seguir teniendo una polémica estéril con una chica, que embebida del espíritu corporativo, ni siquiera iba a escucharme. Así pues, cogí el colgante, lo saqué de la bolsa, ésta la deposité en mi bolso y el colgante me lo coloqué.

Cuando llegué a casa, tiré la bolsa a la basura (a la de plásticos, por supuesto) y con ella se me fueron todos mis intentos de ser ecológica. Al menos, se me quedó la conciencia tranquila, pero eso no valió para mucho y lo siento por las ballenas y los pajaritos. Yo hice lo que pude.

Otra cuestión:  mi querida Thesil me ha honrado con un premio que me ha hecho una especial ilusión, ya sea porque el verano ha sacado mi lado tierno, o porque hacía tiempo que no recibía ninguno. Es éste:

otro_premio[1]

Mil gracias, Thesil. Yo, por mi parte, ya que Thesil ha premiado a casi todos los que yo premiaría, quiero entregarle este premio a Sa, por ser tan dulce, a Cyrano, por ser tan divertido, a David L., porque, aunque me temo que no es muy de premios, tiene el blog más adictivo de los que conozco y por último y sobre todo, a mi niña Namy, porque, aunque ya se lo entregó Thesil, nada es poco para intentar alegrarla en circunstancias como la suya.

Por extensión, quiero hacer mención a todos los que seguís por aquí en agosto, que visitáis este blog cada día y sobre todo, a los que comentáis. Os daría el premio a todos, pero sé que algunos no sois demasiado de estos temas así que os respetaré. Pero que sepáis que estáis premiados. Muchas gracias.

¡Feliz fin de semana!